Los Supersónicos no dirán aló

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(Artículo publicado en revista Poder)

Según el profesor Eduardo Zapata, semiólogo de la UPC, existen tres tipos de sistemas culturales que explican cómo se relacionan las personas o los grupos humanos: los orales, los escribales y los electronales.
De hecho, el adjetivo se puede aplicar tanto a las sociedades como a las generaciones: hay pueblos previos a la invención de la escritura que se han mantenido así y siguen conservando su “modos de ser” (imagine los de tradición quechua o amazónica, por ejemplo); hay sociedades que construyen el conocimiento sobre el texto o palabra escrita; y hay gente que vive pegada al BlackBerry.
Esta manera tan particular de acercarse a los contenidos a través de medios de comunicación configura el modo de ser de las personas. Si “somos lo que comemos”, tiene sentido que seamos lo que vemos, escuchamos, leemos o a lo que le hacemos “Me gusta”.
Dos: han pasado años desde que vi mi celular (mi actual celular) por primera vez. Años. Considero que el Nokia serie 1000 (pueden buscarlo en Google) es un teléfono pensado para hablar por teléfono. Y no es redundancia.

Me explico: cuando tuve que actualizarlo (léase: regalarlo y comprarme otro), me entró el bichito de migrar al iPhone. Pregunté precios. Todos venían con planes llenos de números y meses. Era algo así como comprarlo en cuotas paqueteado con un número equis de llamadas que no estaba seguro si iba a realizar. Recuerdo una opción en la que el iPhone era mío desde el principio, sin paquetes, pero el precio me parecía un poco elevado.
Debo confesar que ese mismo día me llamó la atención el iPod, porque hacía lo mismo que el iPhone por muchos dólares menos. Es verdad que un iPod no es un teléfono, pero, para serles sincero, no me importó. Fue así como salí de la tienda con mi viejo Nokia y mi nuevo iPod.
Si piensan que enloquecí, les diré que no soy el único: hace un año también vi una solución similar en Francisco Arbaiza, profesor de Publicidad de la Universidad de Piura. Eso sí, luego de enseñarme las innumerables aplicaciones descargadas y lo duro que le resultó interactuar con un BlackBerry, recuerdo que también se quejó: “Lo único malo de esto no es que no tenga teléfono, sino que se conecta a Internet solo en aquellos lugares donde hay Wi-Fi”.
Es evidente que los smartphones hacen cada vez más cosas. Te enteras de que aparece una nueva aplicación, la descargas y listo. Tu smartphone sin phone podrá identificar canciones, leer códigos QR, hacer efectos vintage a una foto, ser un simulador de vuelo, etc. Desde mi punto de vista, “hablar por teléfono” es una de las tantas cosas que puede hacer un smartphone. Es una aplicación más y no la mejor de todas: una llamada celular supone un pago, importunar a la persona que recibe la comunicación y alterar a toda la sala del cine según la circunstancia y el volumen del aparato.

Hablar por teléfono me sabe a oralidad, eso sí, con la calidez cultural que todo ello significa.
Lo propuso Jason Chen, editor de Lifehacker: “Hay que llamar por teléfono solo en caso de emergencia; para todo lo demás, hay que usar mensajes de texto”. ¿Cómo llegamos a este punto? No lo sé. La cosa es que, según refiere, se está volviendo práctica habitual entre quinceañeros, veinteañeros y treintañeros. Y el texto electrónico no es exclusivo de la telefonía. Enseñar en la universidad e interactuar con alumnos no supone sólo recibir mails (que desde ya se usan menos) sino mensajes en Twitter (texto), Facebook (texto) y chat (texto). Además de los mensajes de texto (texto) en caso tengan tu celular. De cinco canales, solo uno alude a telefonía… y no precisamente de voz.
Para un escribal, “modernas instalaciones” puede traducirse como un lugar amplio, iluminado, con sofá y alfombra. Para un electronal, ese mismo lugar es un infierno si no tiene una buena conexión Wi-Fi. O si su teléfono se quedó sin batería.
Es un poco incómodo andar con un Nokia y un iPod en los bolsillos. Sobre todo en verano, cuando el bulto viaja de la casaca al pantalón. Pero era evidente que usaba más mi iPod (Twitter, correos, Facebook, fotos, música, videos, juegos, archivos adjuntos) que mi Nokia, orientado solo a telefonía.
Lo que es un hecho es que la próxima cámara que compre será un “celular”.
Hoy, la conectividad a Internet y la consecuente capacidad de descargar las aplicaciones marca la diferencia entre un celular y un smartphone. Mañana, no. Según IDC, al segundo trimestre de este año, las ventas de smartphones superaron a las de celulares por primera vez. Al menos en Europa. Y es evidente que nadie gasta tanto dinero solo para “llamar”. Fueron 20,4 millones de celulares vendidos durante el segundo trimestre del 2011 (-29% respecto al 2010) frente a 21,8 millones de smartphones (+48%) en el Viejo Continente.
En Estados Unidos, la actividad de los usuarios de smartphones también da pautas de nuevos patrones de consumo. Una de las decisiones más difíciles (comprar por Internet) arroja números llamativos: según Google Mobile Movement, 3 de cada 4 usuarios de smartphones ya han hecho una compra desde sus dispositivos. Y uno de esos tres lo hizo como consecuencia de haber usado una aplicación orientada al márketing móvil.
Descargar una aplicación. Bajar de algún lugar de Internet un programa pequeño (aplicación) que haga algo. ¿Funcionará? Hagamos números: a mediados de año, Apple anunció que ya se habían alcanzado 15.000 millones de descargas desde su tienda online. Y si en el mundo vivimos 7.000 millones de personas, podemos concluir que por cada humano que habita en el planeta han habido dos descargas de la tienda App Store (independientemente de la descarga que nos trajo al mundo).
Pero el mundo no es una manzana. A inicios de año, las ventas de smartphones en general superaron por primera vez a las ventas de computadoras (PC). Traducción: hoy es más probable encontrarnos con una computadora en un bolsillo que en un escritorio. Por favor, avísenle al hombre del marketing que nos promete “modernas instalaciones”.
Por si fuera poco, un estudio de Nielsen reportaba que el consumo de video en dispositivos móviles se duplicó en solo un año, y que el perfil de usuario son jóvenes de 18 a 24 años con un consumo medio de cuatro horas al mes (casi 8 minutos de video móvil al día). Buenas noticias para Google, dueño de Android y de YouTube. No sé si tanto para los padres de esos chicos a quienes más veces vemos viendo una pantallita que con la mano en la oreja hablando por teléfono. No sé si a ellos, pero quizá a sus nietos les toque olvidar la palabra aló.

Una respuesta to “Los Supersónicos no dirán aló”

  1. Juan Carlos Says:

    Ojalá escribas más seguido en tu blog y no solo en revistas «poderosas»

    Yo también sigo el binomio iPod – Nokia pero alguna vez traté de convertir mi iPod en un iPhone, con una carcaza china especial, experiencia que fracasó.

    Por lo pronto me tientan dos cosas. Una, un posible plan empresarial que permita iPhones. Dos la bajada del iPhone 3gs en USA me puede animar a comprar uno de segunda mano.

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